Las personas somos como unas marionetas que estamos sostenidos por unos cuantos hilos. La gran diferencia entre las personas es que estos hilos son absolutamente individuales, esto es que un mismo peso puede ser soportado por el hilo de una persona pero no por el hilo de otra.
Estos hilos son propensos a romperse por las “experiencias traumáticas” a las que somos sometidos en nuestra actividad diaria. Las experiencias traumáticas son definidas de acuerdo con nuestras creencias y la capacidad personal de asimilarlas y superarlas, unos las llaman acontecimientos trágicos, otros cosas del destino o designios de Dios, yo las llamo la capacidad de manejar los problemas de la vida, es decir, que cuando estamos frente a un problema que rebasa nuestra capacidad para encontrarle una solución adecuada, entonces este problema se convierte en una experiencia traumática.
A lo largo de nuestra vida, enfrentamos experiencias traumáticas como la pérdida de un ser querido, sufrir un accidente, la bancarrota, el divorcio, quedarse sin empleo, tomar malas decisiones etc. es decir, cualquier situación o cambio involuntario e indeseable en nuestra vida.
En algunas ocasiones, las experiencias traumáticas son acumulativas y se comportan como un vaso con agua que se va llenando lenta y silenciosamente hasta que de pronto se derrama, en otras ocasiones las experiencias traumáticas son súbitas, intempestivas y en algunos casos violentas. En ambas situaciones estas experiencias traumáticas provocan drásticos cambios en nuestro comportamiento.
El ser humano es sostenido por dos finos hilos fundamentales, uno que nos mantiene de pie y el otro que nos hace progresar en el camino. Los dos hilos son importantes y serán tratados en este ensayo, pero el primero es de particular interés porque nos mantiene erectos, es la columna vertebral de nuestras creencias, costumbres y tradiciones, este hilo es único e individual y sin él nos derrumbamos. Dicho hilo está continuamente amenazado por el peso de la desgracia, por la fuerza de la ignorancia, el lastre del temor o la carga de lo inexplicable y en el transcurso de nuestra vida, de alguna u otra forma tales amenazas se cumplen en algún grado, de tal suerte que nuestro hilo fundamental se pone a prueba y se ve debilitado.
Cuando nuestro hilo fundamental se rompe, nuestra vida se derrumba y quedamos bocabajo sobre el piso, solos, incapaces de poder levantarnos por nuestro propio pie y peor aun sin las fuerzas para pedir ayuda. En esta posición y aun con alientos de vida, tenemos todavía la esperanza de que alguien nos vea caídos y esté dispuesto a darnos la mano y ponernos de pie, afortunadamente, si este fuera el caso, hay varios posibles agentes que nos pueden brindar ayuda; la familia, los amigos, la religión, los psicólogos profesionales e instituciones sociales, en ese orden. Cuando la ayuda brindada es efectiva, queda nuestro hilo fundamental firmemente amarrado por un largo tiempo y algunas veces para el resto de nuestros días, al o los agentes de apoyo. Cuando ninguno de estos agentes funciona, solo nos quedan dos salidas: La locura o el suicidio instantáneo o lento(drogas, alcohol, bulimia.)
En conclusión los hilos de la vida son sostenidos y movidos al ritmo de las dos manos más poderosas de este planeta, una de ellas es llamada EMOCION y la otra es llamada la RAZON, obviamente la emoción-razón de cada persona.
Ante este panorama aterrador surgen las siguientes preguntas: ¿Cómo identificar nuestros hilos fundamentales? ¿Cómo poder prevenir que los hilos se rompan? ¿Y cómo probar su resistencia?
IDENTIFICACIÓN.
Existen dos tipos de experiencias traumáticas, las previsibles y las inevitables: Las inevitables son la muerte, la enfermedad y los accidentes, propios o de un ser querido. El resto son previsibles, pero no para uno mismo, aunque generalmente si lo son para nuestro circulo familiar o de amigos, es decir que uno piensa que tal o cual experiencia traumática no le va a suceder a uno, aun cuando nuestro circulo familiar y de amigos nos lo advierte constantemente y eso es obvio ya que por ejemplo si una persona practica algún deporte extremo es indudable que la probabilidad de sufrir un accidente es mucho mayor que si no lo practicara, pero a pesar de tener las probabilidades en contra, este hecho no le impide salir a practicarlo, ya que las contrarresta pensando que lo hace con todo el equipo y precauciones del caso. Encontrar el equilibrio entre la prudencia y la temeridad es casi imposible y solo el resultado lo califica.
Pero la mayoría de las experiencias traumáticas previsibles, se presentan de una manera sutil, casi imperceptibles, ya que forman parte de nuestro comportamiento diario, nuestro comportamiento “normal”
Las experiencias traumáticas inevitables son las mas impactantes y a pesar de su inevitabilidad no estamos preparados para enfrentarlas, estas experiencias son las más importantes ya que producen profundos cambios en nuestra vida y comportamiento.
Determina en forma íntima tus temores más profundos: La muerte propia o de un ser querido, una enfermedad incurable, el fracaso (recuerda que la vida moderna es cada vez más exigente y propicia para el fracaso), la bancarrota, el divorcio, un accidente, etc.
Reflexiona en cada uno de tus temores la reacción que tendrías y la que deberías tener, practica vívidamente(angustia, rabia, impotencia, desahogo, etc.) en la soledad, el comportamiento deber ser, cuando menos una vez al mes uno de ellos, es decir, por ejemplo, imagínate que tu esposa te pide irrevocablemente el divorcio, cual seria tu reacción y como debería terminar tu matrimonio, considerando que todos los afectados deben salir beneficiados de esta experiencia traumática.
PREVENCIÓN.
Promueve una vida familiar de unión y apoyo mutuo.
Establece un circulo de amigos pequeño pero poderoso (recuerda que no solo requerirás apoyo moral, sino también económico, político y social, hazlo como el tener la obligación de pagar un seguro de automóvil y que esperas nunca usarlo)
Maneja conscientemente los mecanismos defensivos para evitar la frustración.
Evita que surjan sentimientos de culpa (auto culpa y culpa proyectada)
Investiga los conocimientos científicos actuales sobre la posible experiencia traumática y racionalízalos.
Mantén el equilibrio de tus pretensiones en la vida y el precio que hay que pagar por ello (tiempo, dinero, esfuerzo, vocación) En una sociedad de consumo, en donde el dinero es sumamente importante para vivir una vida cómoda y menos dolorosa, resulta en una lucha constante para su obtención y un permanente estado de deuda. Las obligaciones pecuniarias son cada vez mayores y el riesgo de no cumplirlas también aumenta, por lo que la probabilidad de una experiencia traumática se incrementa.
Escucha y observa las experiencias similares que han tenido otras personas y que han tenido éxito en la forma como ellos las manejaron, compara sus reacciones con las tuyas propias en tus posibles experiencias traumáticas y analiza la posibilidad de que tu puedas manejar e incluso mejorar tales reacciones es decir anteponiendo la razón, la moderación, el orden y la ley.
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