Saturday, December 03, 2011

EL PRECIO DE LA VERDAD.


"Tú, lector, juzgarás de todo ello: lo que aquí te pareciere bien recíbelo con amor; lo que aquí te disguste no lo rechaces con odio, pues fuera cruel hacer daño a quien intenta fustigar errores. Examínate a ti mismo. Si algo sabes, enséñamelo. Te daré las gracias."
- René Descartes


 Cuando a alguna persona adulta se le señala un error en el que vive en forma cotidiana, su mente recurrirá a utilizar en primera instancia y prácticamente sin darse cuenta, de alguno de los mecanismos psicológicos defensivos de que dispone, como la negación, la racionalización, la disociación, etc. a efecto de reducir el estrés o ansiedad que representa el cambiar una profunda pero falsa convicción, sobre todo cuando en esa convicción descansa la estabilidad emocional de la persona y que la nueva información recibida está atentando contra ella, como por ejemplo la convicción de que se es ateo o de que hay un dios “real” y todopoderoso que cuida y protege a los creyentes en dioses.

En la investigación científica a través de la entrevista, existe un método para obtener información confiable del entrevistado, llamado “Técnica del Embudo” y consiste en iniciar con preguntas de tipo general, para paulatinamente plantear preguntas especificas y concretas a fin de encontrar con precisión la causa u origen de alguna idea o comportamiento específico, así por ejemplo si se le cuestiona a un creyente sobre su dios y se pretende conocer el origen o causa de esa creencia fundamental o idea de dios, encontraremos que las respuestas los conducirán invariablemente a describir a su dios como un ser imaginario que solo existe en su mente, pero el precio de esa verdad sobre esa creencia es tan alto que para la mayoría de los creyentes es  insoportable y optan por el silencio.

Del mismo modo y usando la misma “Técnica del Embudo” para cuestionar a la mayoría de las personas que afirman que son ateos porque no creen en dios o porque afirman que dios no existe y conocer sobre el cómo saben que son ateos, encontraremos el mismo resultado que el de los creyentes, es decir que la primera reacción es del mecanismo defensivo y finalmente el silencio, porque una persona que se considera ateo y resulta que todos los argumentos que esgrime para sostener su postura de ateo, se derrumban estrepitosamente uno a uno y esto se vuelve insoportable para dicha persona que aseguraba sin duda alguna que era ateo.

Lo más interesante de estos ejercicios de desenmascaramiento es el fondo en el que descansan esas reacciones tanto de creyentes como de supuestos ateos y es el de la incapacidad de esas personas para manejar información o ideas nuevas que no pueden asimilar y acomodar con la información vieja que ya poseían, dando como resultado una confrontación de ideas y conduciéndolo hacia un pensamiento rígido y dogmático.

Debido al alto  precio de la verdad,  ningún creyente en dioses considera que los asesinatos realizados por sus correligionarios a nombre de su dios a través de la historia fueron hechos por “verdaderos creyentes”, así mismo tampoco podrá aceptar que su venerado dios solo existe en su cerebro, por otro lado, ninguna persona que se autollame ateo, puede poner en tela de juicio su verdad indiscutible de que realmente es ateo. Incluso hay algunos que siendo creyentes en dioses, de pronto encontraron la “luz” y por obra y gracia del espiritú santo se hicieron ateos, para estos “TRANSFORMERS” el precio del la verdad es extremo.

Saludos cordiales.

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