Cuento Corto de Juan Garcia (Libre y Soberano)
En un día soleado cualquiera, por una calle transitada cualquiera, me encontraba caminando por la vida, disfrutando de la maravilla de la naturaleza cuando de pronto, súbitamente, se abrió delante de mis pies un pozo tan profundo que no le podía distinguir fondo alguno, la sorpresa fue mayúscula, de tal suerte que por unos momentos me quedé estático y sin aliento, después, observé a mi derredor y me di cuenta que solo a mí me había ocurrido semejante encuentro, el resto de las gentes deambulaban y conversaban tranquilamente e incluso algunas de ellas me miraban, meneaban la cabeza y continuaban su camino.
Una vez que me repuse de la impresión, decidí rodear el pozo para continuar por mi camino, pero mayor fue mi sorpresa al ver que el pozo se movía hacia donde yo lo hacia, me moví tan rápido como pude hacia la izquierda, hacia la derecha, hacia atrás pero el pozo también lo hacía, quise saltarlo y al calcular su distancia esta se hacía cada vez más grande, pareciera como si el pozo estuviera vivo y dispuesto a no dejarme pasar, me quedé atónito por lo que me estaba sucediendo, no podía dar crédito a esta bizarra situación.
Las gentes pasaban caminando junto a mí y ninguna se prestaba a brindarme ayuda, la situación se tornaba crítica y empezaba a desesperarme creyendo que la única solución era dejarme caer al pozo y que este me tragara.
Pasados los primeros momentos -que me parecieron una eternidad- empecé a tratar de pensar y preguntarme calmadamente sobre la barrera que tenía enfrente, ¿Por qué a mí y solo a mí me ocurre esto? ¿ Por qué el pozo se mueve conmigo? ¿Por qué la gente no puede ver lo que me esta pasando? ¡Por qué no me ayudan!
Lentamente, comencé a encontrar las respuestas a cada una de esas preguntas y me di cuenta que yo mismo había creado tal pozo y que este, era el resultado de mis decisiones y acciones que anteriormente había tomado, por lo que a donde quiera que fuese el pozo estaría conmigo, simplemente, porque era mi propia creación.
Sutilmente, me empezó a quedar claro el porqué la gente no podía ver el pozo, me podía ver a mí pero no mis motivos, causas y razones por las que yo mismo lo había creado.
Pausadamente, se inició un proceso de clarificación y si la gente no me ayudaba era porque en mi ansiedad se me olvidó pedir ayuda y después mi orgullo me lo impidió.
Poco a poco, me percaté que no existía tal pozo, era solo mi sombra que mi imaginación le daba forma.
Tranquilamente, reanudé el camino de la vida...
FIN.
En un día soleado cualquiera, por una calle transitada cualquiera, me encontraba caminando por la vida, disfrutando de la maravilla de la naturaleza cuando de pronto, súbitamente, se abrió delante de mis pies un pozo tan profundo que no le podía distinguir fondo alguno, la sorpresa fue mayúscula, de tal suerte que por unos momentos me quedé estático y sin aliento, después, observé a mi derredor y me di cuenta que solo a mí me había ocurrido semejante encuentro, el resto de las gentes deambulaban y conversaban tranquilamente e incluso algunas de ellas me miraban, meneaban la cabeza y continuaban su camino.
Una vez que me repuse de la impresión, decidí rodear el pozo para continuar por mi camino, pero mayor fue mi sorpresa al ver que el pozo se movía hacia donde yo lo hacia, me moví tan rápido como pude hacia la izquierda, hacia la derecha, hacia atrás pero el pozo también lo hacía, quise saltarlo y al calcular su distancia esta se hacía cada vez más grande, pareciera como si el pozo estuviera vivo y dispuesto a no dejarme pasar, me quedé atónito por lo que me estaba sucediendo, no podía dar crédito a esta bizarra situación.
Las gentes pasaban caminando junto a mí y ninguna se prestaba a brindarme ayuda, la situación se tornaba crítica y empezaba a desesperarme creyendo que la única solución era dejarme caer al pozo y que este me tragara.
Pasados los primeros momentos -que me parecieron una eternidad- empecé a tratar de pensar y preguntarme calmadamente sobre la barrera que tenía enfrente, ¿Por qué a mí y solo a mí me ocurre esto? ¿ Por qué el pozo se mueve conmigo? ¿Por qué la gente no puede ver lo que me esta pasando? ¡Por qué no me ayudan!
Lentamente, comencé a encontrar las respuestas a cada una de esas preguntas y me di cuenta que yo mismo había creado tal pozo y que este, era el resultado de mis decisiones y acciones que anteriormente había tomado, por lo que a donde quiera que fuese el pozo estaría conmigo, simplemente, porque era mi propia creación.
Sutilmente, me empezó a quedar claro el porqué la gente no podía ver el pozo, me podía ver a mí pero no mis motivos, causas y razones por las que yo mismo lo había creado.
Pausadamente, se inició un proceso de clarificación y si la gente no me ayudaba era porque en mi ansiedad se me olvidó pedir ayuda y después mi orgullo me lo impidió.
Poco a poco, me percaté que no existía tal pozo, era solo mi sombra que mi imaginación le daba forma.
Tranquilamente, reanudé el camino de la vida...
FIN.
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