Este Diciembre pasado
el Rincón de los Silencios ensordecedores, se llenó

de gritos ensordecedores producidos por los niños y niñas de la comunidad de Las Sabinas que se congregaron a romper piñatas, comer cacahuates, naranjas, mandarinas y dulces y recibir juguetes, que mis hermanos y yo compramos para ellos.
Al tiempo de la canción “Dale, dale, dale, no pierdas el tino...” todos nos

divertíamos al ver el ingenio de los niños para tratar de pegarle a la piñata.
Ver como la ingenua cara de las niñas y niños se transforman en la sonrisa más pura que ser humano puede expresar al recibir un juguete, no tiene precio y eso le da sentido y valor a tu vida.
El juego es parte de la vida del niño y no necesita juguetes para ser niño y

jugar, pero cuando recibe un juguete propio de su edad, el niño no solo juega, sino que se vuelve extremadamente creativo, ya que su imaginación vuela a donde los adultos jamás podremos llegar.
Los niños y niñas de Las Sabinas creen que les estamos regalando juguetes y no se dan cuenta que solo estamos buscando lo que hace mucho tiempo perdimos y que cuando menos momentáneamente lo podemos recuperar a través de ellos.